Cada 10 de noviembre, el Día Mundial del Enoturismo nos invita a explorar cómo el vino puede ser un motor de conexión.
En Logroño, ocho bodegas se unen bajo esta misión común, mostrando al mundo cómo una ciudad puede transformar el vino en una experiencia de vida, cultura e innovación.
La ruta comienza con Bodegas Arizcuren, donde el pequeño espacio urbano se convierte en un espacio sorprendente donde elaborar vino. Javier Arizcuren, arquitecto y viticultor, fusiona estos mundos, inspirando a quienes buscan un enfoque más íntimo y moderno de la tradición vinícola. La recuperación y sostenibilidad, que guían su labor, encuentran eco en Bodegas Campo Viejo, cuya monumental sala de 70.000 barricas refleja el compromiso con un futuro más respetuoso con el medioambiente a través de prácticas de producción innovadoras. Este respeto por la tradición y el planeta enlaza con la misión de Bodegas Franco-Españolas, donde el vino se vive como arte y cultura. Con más de un siglo de historia, sus eventos y maridajes culturales muestran cómo el enoturismo puede ser una experiencia única y educativa, conectando al visitante con Logroño a través del tiempo. Un viaje que continúa en Bodegas Marqués de Murrieta, cuyo Castillo de Ygay del siglo XIX es un recordatorio del origen del Rioja, integrando sostenibilidad y patrimonio de manera magistral.
La diversidad de Logroño se refleja también en el concepto de Bodegas Marqués de Vargas, donde el viñedo rodea al château, reforzando la conexión entre tierra, viña y cultura. Este vínculo profundo se enriquece al llegar a Bodegas Olarra, donde la arquitectura –con sus 111 cúpulas hexagonales que preservan la calidad del vino– revela el ingenio y la tradición que conviven en el corazón del enoturismo de la ciudad.
La experiencia se torna mística en Bodegas Ontañón, el “Templo del Vino”, donde cada botella guarda mitos y leyendas que transforman el disfrute del vino en una experiencia casi sagrada. Finalmente, el recorrido se cierra con Viña Ijalba, cuyo esfuerzo por recuperar y mimar variedades autóctonas de uva simboliza el compromiso con el futuro, la biodiversidad y un cultivo ecológico que respeta el entorno.
Juntas, estas ocho bodegas cuentan una historia: la de un Logroño que celebra el vino como símbolo de identidad, pasión y sostenibilidad. En el Día Mundial del Enoturismo, cada una de sus propuestas recuerda al mundo el valor de preservar y compartir este legado.
Feliz Día Mundial del Enoturismo. Aquí el vino es capital.